Un edificio casi vacío que ahora apunta al futuro
A veces, las buenas ideas surgen de cosas que llevan tiempo sin usarse bien. Eso es lo que ha pasado con la sede del Banco de España en plena Plaza de Cataluña, en Barcelona. Un edificio enorme, de más de 27.000 metros cuadrados, ocupado por apenas 60 trabajadores. Hasta ahora.

Porque ya es oficial: el Banco de España va a convertir ese espacio infrautilizado en un centro de referencia en inteligencia artificial aplicada al sector financiero. Y eso, más allá del titular llamativo, tiene bastante más fondo.
La idea no es solo aprovechar metros cuadrados que estaban medio vacíos. Se trata de crear un núcleo potente de innovación tecnológica desde donde se impulse la transformación digital de la propia institución. Para ello, se contratarán al menos 25 expertos en inteligencia artificial y ciencia de datos, que trabajarán codo con codo en áreas como la supervisión financiera, el análisis económico o la estabilidad del sistema bancario.
Además, el proyecto no va solo. El banco ya ha firmado una alianza con el Barcelona Supercomputing Center —uno de los centros más punteros de Europa— para desarrollar modelos de IA avanzados adaptados al entorno económico español. Y eso sí que marca un cambio de rumbo.
Barcelona toma protagonismo en la nueva hoja de ruta del banco
La elección de Barcelona no es casual. La ciudad lleva años consolidándose como uno de los polos tecnológicos más importantes del sur de Europa. Tiene talento, tiene infraestructuras y tiene un ecosistema innovador que no deja de crecer. El Banco de España ha sabido leer ese contexto y ha apostado por integrarse en él.
Pero también hay algo más estratégico detrás. Este nuevo centro forma parte de un plan más amplio para descentralizar y redistribuir funciones que antes se concentraban en Madrid. No es un trasvase total, pero sí una señal clara: Barcelona gana peso dentro del esquema del banco, y eso tiene implicaciones a medio y largo plazo.
La transformación no será solo tecnológica. También será interna. Se reorganizarán equipos, se moverán perfiles entre sedes y se adaptarán procesos. Porque si algo tienen claro desde la dirección, es que la digitalización no se hace a medias. O te lo tomas en serio o te quedas atrás.
En definitiva, lo que parecía una simple decisión sobre el uso de un edificio se ha convertido en un paso firme hacia el futuro del sistema financiero público español. Uno en el que la inteligencia artificial ya no es algo que está por venir, sino algo que empieza a tomar forma, aquí y ahora, con sede en Barcelona.